sábado, diciembre 21

Felicitación a l@s lectores/as y colaboradores/as del año 2013

por Heraclio ASTUDILLO-POMBO, Dept. Medi Ambient i Ciències del Sòl. Universitat de Lleida

 

A tod@s l@s lectoras y lectores de esta bitácora, se os desean unas felices fiestas y un venturoso Año Nuevo  

En agradecimiento a haber dedicado, una parte de vuestro precioso tiempo, en conocer algunos de los, sorprendentes, resultados de nuestras investigaciones etnopaleontológicas, peninsulares.

También, se os desean los mismos benéficos "dones" a tod@s aquell@s personas que han dado a conocer esta bitácora, en su círculo social o en Internet,  recomendándola o enlazándola a las suyas. 
 
Y que durante el próximo año, ninguna dificultad consiga impedirnos, seguir "peleando/pedaleando", para intentar alcanzar o, al menos, aproximarnos a nuestros "sueños", por difícilmente alcanzables que parezcan 

 
Los expresados deseos de felicidad y ventura, se hacen extensivos y, especialmente, intensivos a tod@s l@s colaboradoras y colaboradores de este blog.   
En agradecimiento a haber contribuido, en el transcurso del año 2013, con alguna aportación personal, grande, mediana o pequeña, relacionada con aspectos sociales del registro fósil peninsular. 


Estos han sido l@s colaboradoras y colaboradores, del blog, a lo largo de todo el año 2013:


- Agulló Ferrándiz, Hipòlit, en Cocentaina (Alicante)
- Aragonés Salvat, Albert, en Tortosa (Tarragona)
- Arasa Tuliesa, Álvaro, en Tortosa (Tarragona)
- Ardèvol Oró, Lluís, en Tremp (Lleida)
- Buisán Villacampa, Luis, en Labuerda (Huesca)
- Camps  Gamundi, Isaac, en Terrassa (Barcelona)
- Carbonell Virella, Vicenç, Vilanova i la Geltrú (Barcelona) 
- Cardiel Lalueza, Jesús, en Lamata (Huesca)
- Casamajor Esteban, Jordi, en Andorra
- Cascalló Piqueras, Imma, en Benabarre (Huesca) 
- Cascón Mir, Domingo, en Sant Romà d'Abella (Lleida)
- Coll i Bastida, Salvador, Sant Romà d´Abella (Lleida) 
- Colom Miralles, Carlos,  en Vilafranca (Castelló)  
- Coronas Cabrero, Mariano en Labuerda (Huesca)  
- Cruxent Choy, Jorge Enrique, en Dyersburg, Tennessee (EUA)
- Cruxent Choy, Rafael, en Vic (Barcelona)
- Curto Homedes, Albert, en Tortosa (Tarragona)
- Diloli Fons, Jordi, en Tarragona
- Escribà Trota, Xavier, en Seu d'Urgell (Lleida) 
- Ferrández Palacio, José V., en Monzón (Huesca)
- Finestres Ginestà, Montserrat, en Figols i Alinyà (Lleida)
- Fuentes Vidarte, Carolina, en Soria
- Gimeno Vidal, Antoni, en Tona (Osona) 
- Gómez Farreres, Ignasi, en Lleida 
- González Rodríguez, Arturo, en Aínsa (Huesca)
- Guardiola Savall, Maribel, en Bolulla (Alicante)
- Gutiérrez Pérez, Ignacio, en Segovia
- Herrero Rodriguez, Raquel, en Teruel 
- Ismael Cid, Joaquin, en Tortosa (Tarragona) 
- Jornet Niella, Marc, en Roquetes (Tarragona) 
- Lacasta Vivas, Mariano, en Jaca (Huesca)  
- Lavega Burguès, Pere, en Lleida
- Lleyda Naval, Justo, en Estadilla (Huesca)
- Mas Gornals, Guillem, en Palma (Mallorca) 
- Meijide Fuentes, Manuel, en Soria 
- Monreal Portella, Ramon,  en Tremp (Lleida)
- Montmany Ollé, Marta, en Ainsa (Huesca)
- Navarro López, José Miguel, en Biescas (Huesca)
- Obiols Perearnau, Lluís, en Seu d'Urgell (Lleida) 
- Orosa Castro, Mª Nieves, en Jaca (Huesca) 
- Otero Roselló, Joan, en Tortosa (Tarragona) 
- Pahí Llort, Josep, en Poboleda (Tarragona)
- Panisello Gamundi, Quimo, en Tortosa (Tarragona)
- Pérez Gil, Migalánchel, en Zaragoza
- Pérez Navarro, Juan C., en Jaca (Huesca)
- Prades Ginovart, Irene, en Tortosa (Tarragona)
- Ruíz Omeñaca, Ignacio, en Colunga (Asturias) 

- Ruíz Prades, Vicent, en Tortosa (Tarragona)
- Romanyà
Socoró, Montserrat, en Capellades (Barcelona)
- Sanfélix Mingorance, Joaquín, en Ainsa (Huesca)
- Sanz Adobes, Jorge, en Teruel
- Sanz Adobes, Javier, en Teruel 

- Sesé Sanz, Juan Carlos, en Zaragoza
- Serrano Dolader, Alberto, en Zaragoza
- Tomás Millán, David, en Ulldecona (Tarragona) 

- Verdú Ripoll, David, en Manòver (Alicante)
- Vidaller Tricas, Rafel, en Salas Altas (Huesca)
- Villaró Boix, Albert, en Seu d'Urgell (Lleida)

- Virgili Bertran, Mª Elena, en Tortosa (Tarragona) 
- Zamora Iranzo, Samuel, en Zaragoza


 

Nota exculpatoria:  
Si por casualidad, se ha dejado de mencionar a alguna persona que crea que se lo merece, se ruega encarecidamente que lo haga saber para ponerle remedio de inmediato. Porque como dice un refrán que procuro aplicar a mi conducta, "Es de biennacido, el ser agradecido"

martes, diciembre 10

Los dinosaurios en la cultura popular española y portuguesa (13)



Heraclio ASTUDILLO-POMBO, Dept. Medi Ambient i Ciències del Sòl. Universitat de Lleida

Los dinosaurios en los medios de comunicación, españoles, más populares: la prensa periódica, el cinema, los cromos y los tebeos.
Segundo periodo, de
1900 hasta 1919, inclusive (Continuación, 6ª parte).
 


“Diplodocus carnegii: 100 años en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (1913-2013)”
  Han pasado 100 años desde la llegada al MNCN-CSIC de una de las más famosas réplicas del esqueleto de Diplodocus, que el filántropo Andrew Carnegie regaló a los museos de historia natural más importantes del mundo. La pieza original, conocida como Dippy, se encuentra en el Carnegie Museum of Natural History de Pittsburgh. Seguir leyendo


Hace diez décadas

La revista ilustrada Alrededor del mundo, el 14 de diciembre de 1913, publicaba en su número 759, en las páginas 493-494, un interesante y bien fundamentado artículo, sobre un dinosaurio cuyo esqueleto, reproducido en escayola, estaba revolucionando a la sociedad madrileña y a todos los naturalistas españoles, titulado: El diplódoco y su esqueleto. Firmaba el artículo Ángel Cabrera, del Museo de Ciencias Naturales, de Madrid y Rivero, la única fotografía ilustrativa.


A. Cabrera aclara confusiones y corrige errores, relacionados con Diplodocus carnegii  


"Desde que apareció en la prensa diaria la primera noticia acerca de la reproducción del esqueleto de "Diplodocus" que el millonario Carnegie regala á Su Majestad el rey, se ha hablado mucho acerca del famoso reptil fósil, pero hay que convenir en que en los informes publicados hay mucho más de imaginación que de exactitud. Unos le han llamado "dioprodocus" inventando así un nombre que jamás figuró en los catálogos zoológicos; otros nos lo han pintado como un feroz carnicero, cuando en realidad el monstruoso reptil, según demuestra su dentadura, no comía más que hierbas, acaso plantas acuáticas; los que menos, han dicho que el ejemplar original se conserva en un museeo de Nueva York, lo cual es falso de todo punto, porque el Instituto Carnegie, en cuyo Museo de Historia Natural está el auténtico esqueleto del "'Diplodocus", no está en Nueva York, sino en Pittsburgo. También se ha dicho no sé por qué que la reproducción traída á Madrid es la tercera que se hace. Realmente es la novena. Además de Londres y París,  tienen otras reproducciones Viena y San Petersburgo. Buenos Aires y Bolonia. Esto no disminuye en nada el valor del regalo, y además es la verdad.


No es de extrañar, sin embargo, que tales inexactitudes se digan entre nosotros, cuando en los países más adelantados en cuestiones científicas se ha disparatado á más y mejor acerca del mismo reptil. En Alemania, por ejemplo, un naturalista publicó una extensa memoria criticando la posición que han dado al ejemplar los paleontólogos del Museo de Pittsburgo y diciendo que, puesto que se trata de un reptil éste debería tener las patas más dobladas y abiertas, andando como los lagartos, con el vientre casi á rastras. Semejantes opinión es de todo punto absurda; el diplódoco, ó más bien su esqueleto, fué encontrado en la misma actitud en que le sorprendió la muerte, y de la posición de los miembros deducíase, claramente, que en vida debió andar como lo representa el esqueleto armado, es decir, como andan los grandes mamíferos, no los lagartos y los cocodrilos. Para que el lector tenga idea de la escrupulosidad científica con que trabajaban los naturalistas de Pittsburgo, puede citarse el siguiente hecho. En cuanto el Dr. Holland, director del Museo Carnegie, supo lo que el mencionado sabio alemán había dicho en su memoria, se apresuró a desmontar el esqueleto para tratar de colocarlo en la actitud de una lagartija; pero la cosa fué imposible; no solamente los huesos de los miembros no se prestaban á esta nueva forma de articulación, sino que las costillas eran demasiado largas y tropezaban en tierra. Si el diplódoco hubiera querido andar como un cocodrilo, habría sido preciso que en el suelo hubiese anchos surcos para que por ellos se deslizase su enorme caja torácica.
Aun en la misma América, se ha discutido mucho acerca de este gigante de los tiempos secundarios. Una de las mayores autoridades en paleontología, el profesor Osborn, por ejemplo, ha dicho que los diplódocos debían ponerse en dos pies, levantándose sobre su cuarto trasero como los canguros, y para pensar así se funda en que en el primer tercio de la cola, algunas vértebras se presentan como duplicadas ó reforzadas cual para sostener un gran peso; pero esta particularidad sólo existe en este ejemplar; otros esqueletos incompletos, encontrados posteriormente, no presentan ese detalle, que indudablemente no es sino un defecto de osificación debido á alguna lesión, tal vez á alguna rotura de la cola, como con frecuencia se observa en los lagartos.  


 A. CABRERA


Algunas imágenes, de la época, relacionadas con los hechos relatados


Montaje de la réplica del esqueleto del Diplodocus carnegii, en una sala, cedida por la EII al MNCN. Fotografía tomada en vista posterior, resultan visibles una parte de la cintura pelviana, el fémur y la tibia derechos del dinosaurio saurópodo. 
Subidos en la peana se distinguen: el segundo por la izquierda, un jovencísimo José Royo y Gómez, en el centro, con bata, Eduardo Hernández-Pacheco y a la derecha Luis Lozano. Bajo la peana, el primero por la izquierda es Arthur Coggeshall. 
Fotografía tomada entre el 12 y el 28 de noviembre de 1913 (Foto: ACN 8656)
Imagen: Pérez  & Chillón





Finalizada la instalación de la réplica del esqueleto de Diplodocus carnegii, los naturalistas implicados en el proceso, posaron ante el fotógrafo, para la posteridad.
Sentados, Willian J. Holland, a la derecha, y Arthur Coggeshall, a la izquierda. 

De pie, de izquierda a derecha. Luís Lozano, Francisco Ferrer, Ignacio Bolivar Urrutia, Ángel Cabrera y Cándido Bolivar Pieltain (Foto: ACNF7C1)
Imagen: Pérez  & Chillón



Detalle de la fotografía que recoge el instante de la inauguración de la nueva sala del Museo de Ciencias Naturles, en dependencias de la EII, en la que se exponía la réplica del esqueleto de Diplodocus carnegii, regalo de Mr. Carnegie a su Majestad Alfonso XIII.
Se observa, en primer plano, de izquierda a
derecha, a Ángel Cabrera, Francisco Ferrer, Ignacio Bolívar, director del MNCN. Al derecha, la reina, regente, María Cristina de Habsburgo-Lorena y la Princesa Beatriz de Battenberg, hija menor de la reina Victoria, del Reino Unido. 

Al fondo, a la izquierda, se distingue a Eduardo Hernández-Pacheco, jefe de la Sección de Mineralogía y Geología del MNCN. 
Fotografía tomada el 2 de diciembre de 1913. Imagen procedente del Archivo General de Palacio, Palacio Real. Nº Inv.: 10164235.
Imagen: Pérez  & Chillón



Retrato oficial de Alfonso XIII, en traje de gala, enviado a Andrew Carnegie, en febrero de 1914, como agradecimiento por el regalo del esqueleto de Diplodocus, para el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
La fotografía está firmada y dedicada, de puño y letra, por el propio monarca. 
Reproducción de la fotografía original, por cortesía de la Carnegie Library of Pittsburgh. Pennsylvania Dept. Andrew Carnegie benefactions collection, CA-537.
Imagen: Pérez  & Chillón

 
Debajo, rótulo metálico, conmemorativo e informativo, que acompaña, desde hace décadas, la réplica del esqueleto de Diplodocus carnegie, existente en el MNCN de Madrid. 
Imagen: DinoAstur  

 






sábado, diciembre 7

Los dinosaurios en la cultura popular española y portuguesa (12)


Heraclio ASTUDILLO-POMBO, Dept. Medi Ambient i Ciències del Sòl. Universitat de Lleida


Los dinosaurios en los medios de comunicación, españoles, más populares: la prensa periódica, el cinema, los cromos y los tebeos.
Segundo periodo, de
1900 hasta 1919, inclusive (Continuación, 5ª parte).

 



“Diplodocus carnegii: 100 años en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (1913-2013)”  
Han pasado 100 años desde la llegada al MNCN-CSIC de una de las más famosas réplicas del esqueleto de Diplodocus, que el filántropo Andrew Carnegie regaló a los museos de historia natural más importantes del mundo. La pieza original, conocida como Dippy, se encuentra en el Carnegie Museum of Natural History de Pittsburgh. Seguir leyendo
 

Hace un siglo

La revista ilustrada y de muy variados contenidos e intereses, hispanoamericanos, La Ilustración española y americana, publicaba el 8 de diciembre de 1913, en su número 45 y en las páginas 346 y 347, un interesante, extenso y bien fundamentado artículo, sobre un dinosaurio que estaba revolucionando a la sociedad madrileña, titulado LA HISTORIA DEL "DIPLODOCUS". Firmaba el artículo Ángel Cabrera y las fotografías, Rivero, ambos del Museo de Ciencias Naturales, de Madrid.



Sobres reproducciones, donaciones e instalaciones  de esqueletos de Diplodocus carnegie, incluida la del Museo de Ciencias Naturales de Madrid
 

"Hace catorce años, á principios de julio do 1899, en el Museo de Historia Natural fundado, en Pittsburgo, por el multimillonario Andrew Carnegie, se recibía un telegrama anunciando que en el Wioming, cerca del río Sheep, se acababa de descubrir el esqueleto fósil, casi completo, de un Diplodocus, reptil de tamaño gigantesco, tan grande como las actuales ballenas, que vivió en aquella remota época  conocida por los geólogos con el nombre de período jurásico, cuando en la tierra todavía no existían, no ya hombres, sino tampoco mamíferos de ninguna clase.
 
Durante el siguiente otoño y parte del otro año lleváronse aquellos restos al Museo, y los naturalistas encargados de su extracción y estudio tuvieron la fortuna de hallar un segundo esqueleto casi del mismo tamaño, el cual aunque más incompleto, sirvió para completar el primero. De este modo, la enorme osamenta del reptil, una osamenta de veinticuatro metros de longitud quedó montada en una de las salas de aquel soberbio establecimiento científico, siendo el asombro de los hombres de ciencia y la envidia de los demás museos del mundo.

Ocurrió por entonces que el Director del Museo de Pittsburgo, el Dr. W. Holland, envió un croquis del esqueleto á Mr. Carnegie, que á la sazón veraneaba en Escocia. El dibujo fué colgado en una de las salas del castillo que en aquel país posee Mr. Carnegie, allí lo vio el rey Eduardo VII de Inglaterra, en una de las visitas que con frecuencia hacía al Creso americano. 
"¿Qué es eso, Mr. Carnegie?”- preguntó el monarca.
“¡Ah!—respondió el millonario. Eso es uno de los cuadrúpedos más grandes que se han paseado sobre la tierra.»
Eduardo VII, como buen inglés, era gran aficionado á todas las cuestiones relacionadas con la Historia Natural, y expresó su deseo de tener otro Diplodocus en el Museo Británico. Pero un reptil fósil de veinticuatro metros de largo no es cosa que se encuentra cuando se quiere, y en la imposibilidad de regalar á S. M. Británica otro Diplodocus, Mr. Carnegie le regaló una reproducción exacta del que hay en Pittsburgo.



Reproducción del esqueleto, recientemente instalado en el Museo de Ciencias Naturales
 
Aquel fué el principio de una serie de regalos del mismo género hechos por Carnegie á diferentes jefes de Estado para sus respectivos museos de Historia Natural. Francia, Alemania, Italia, Austria, Rusia, la República Argentina, recibieron sus respectivos Diplodocus. Ahora le ha tocado la vez a España. El rey D. Alfonso XIII no había de ser menos que otros reyes, emperadores y presidentes y desde hoy contará el Museo de Ciencias de Madrid, el Museo que creó Carlos III, y que tan en el olvido tienen nuestros gobernantes, con una  reproducción de este admirable ejemplar, único en el mundo.

No es necesario encomiar el valor de una de estas reproducciones, ni es fácil calcular el dinero que supone hacerla, enviarla á su destino y enviar tras ella las dos únicas personas que saben á perfección los secretos del montaje de tan enorme esqueleto: el Dr. Holland y el ayudante Mr. Arthur S. Coggeshall. Si se tiene en cuenta que toda esta tarea ha sido repetida muchas veces en pocos años, á nadie extrañará que estos obsequios de Mr. Carnegie representen un valor de algunos millares de dollars. Eso sin cantar con las dificultades que á veces se presentan para el montaje del esqueleto.



El director del Instituto Carnegie dirigiendo la instalación del  “DIPLODOCUS”, en el Museo de Ciencias Naturales


En San Petersburgo, en el momento de que se estaba levantando el espinazo del gigantesco reptil por medio de complicados andamiajes, poleas y cuerdas, entraron á verlo los miembros de la Academia de Ciencias, y emocionado uno de los operarios por la presencia de aquellos graves personajes, soltó una de las cuerdas, con lo que el esqueleto se vino al suelo rompiéndose una porción de piezas y faltando muy poco para que el Dr. Holland y su ayudante salieran malparados del suceso.
 

Tal es, contada en pocas palabras, la historia del Diplodocus ó más bien de su esqueleto. El animal, cuando vivo, debía tener un aspecto muy diferente del de cualquiera de los reptiles que hoy andan por el mundo, algo así como un elefante con cuello de serpiente y cola de lagarto. Esta cola tenía interiormente, á lo largo de su cara inferior, una doble serie de huesecillos en forma de diminutos skis ó patines, á los que el reptil debe su nombre, Diplodocus, de diploos, doble, y dokós, viga ó traviesa. A pesar de su aire formidable este monstruo debía alimentarse exclusivamente de plantas acuáticas; por lo menos, así parecen probarlo sus dientes, débiles y poco numerosos. El hecho de tener las narices abiertas en la parte superior de la cabeza, como tienen las ballenas sus espiráculos ó respiraderos, ha hecho creer á los hombres de ciencia que debía pasar una gran parte de su vida sumergido en el agua, como los hipopótamos y cocodrilos; pero cuanto quiera afirmarse en este sentido, es puramente hipotético. 

El 'DlPLODOCUS', tal cual ha debido de ser en vida. Dibujo de Cabrera. 


El diplódoco pertenece á un grupo de reptiles, el de los dinosaurios, del que no queda en la tierra ninguna especie viviente, y no es posible presumir sus costumbres por comparación, pues siendo dicho grupo muy diferente en sus caracteres de todos los reptiles conocidos, es de suponer que lo sería también en su género de vida. Lo único que con toda seguridad se conoce, es el régimen del reptil en cuestión, que se deduce de la forma y disposición de la dentadura, y la figura que aquel debió tener en vida, pues habiéndose encontrado los esqueletos in situ, es decir, en el mismo punto y en la misma actitud en que los anima es murieron no ha hecho falta recurrir á ingeniosas teorías para dar á las diferentes partes del enorme reptil su natural posición. Gracias á esto, hoy sabemos con entera certeza que los diplódocos y demás dinosaurios se diferenciaban de todos los reptiles conocidos, en que en vez de andar á rastras, marchaban muy levantados sobre las patas; enteramente como los mamíferos de gran tamaño, á los cuales representaban, hasta  cierto punto, durante la edad secundaria."



Nota informativa:

Para aquellas personas, más interesadas o curiosas, que quieran conocer muchísimos detalles sobre el asunto del Diplodocus del museo madrileño, se les recomienda la consulta del excelente, amplio y bien documentado trabajo de Adán Pérez García y Begoña Sánchez Chillón, titulado:
Historia de Diplodocus carnegii del MNCN: primer esqueleto de dinosaurio montado en la Península Ibérica.  
Publicado el 2009, en la Revista Española de Paleontología, 24 (2), 133-148.

 
Resumen

Hace casi un siglo tuvo lugar la llegada a Madrid de una de las famosas réplicas del esqueleto de Diplodocus, cedida por el Andrew Carnegie, al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Constituye el primer y único esqueleto de un dinosaurio montado hasta la década de 1980 en la Península Ibérica siendo, durante todo ese tiempo, uno de los más importantes referentes que contribuyó a acercar la Paleontología a la población. Este hecho, las circunstancias que rodearon su realización, transporte e instalación, así como la repercusión social y política que generó, se detallan en las siguientes páginas. Para ello, además de emplear documentación manuscrita y fotográfica inédita, se recopilan las abundantes alusiones a este esqueleto publicadas en la prensa española, que sirvieron de nexo de unión entre la Paleontología y la sociedad.

Texto completo, del artículo, en PDF 

jueves, diciembre 5

Los dinosaurios en la cultura popular española y portuguesa (11)

Heraclio ASTUDILLO-POMBO, Dept. Medi Ambient i Ciències del Sòl. Universitat de Lleida 


Los dinosaurios en los medios de comunicación, españoles, más populares: la prensa periódica, el cinema, los cromos y los tebeos.
Segundo periodo, de
1900 hasta 1919, inclusive (Continuación, 4ª parte).


“Diplodocus carnegii: 100 años en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (1913-2013)”
Han pasado 100 años desde la llegada al MNCN-CSIC de una de las más famosas réplicas del esqueleto de Diplodocus, que el filántropo Andrew Carnegie regaló a los museos de historia natural más importantes del mundo. La pieza original, conocida como Dippy, se encuentra en el Carnegie Museum of Natural History de Pittsburgh. Seguir leyendo


Hoy hace cien años...

El 7 de diciembre de 1913, Blanco y Negro, el suplemento dominical del diario ABC (Madrid), en su página 29, publicaba una nota informativa,  titulada Visita a un museo.

Se informaba de la visita de la reina, regente, Doña
María Cristina, acompañada de una parienta inglesa, para realizar la inauguración oficial de una importante exposición de Historia Natural, destinada a mostrar en público el gigantesco esqueleto de diplodoco, recién instalado en la denominada "Sala del Diplodoco" (1) que había sido donado por el rey al museo madrileño. 

En realidad, no se trataba de un auténtico esqueleto, natural, sino de una reproducción, en escayola, del verdadero esqueleto del diplodoco, que se conservaba y exponía en un museo privado que existía en Pittsburg, en los Estados Unidos de Norteamérica y que era propiedad de un "archimillonario" aficionado a coleccionar antigüedades

La enorme reproducción esquelética, expuesta en el museo madrileño, era el resultado de una generosa donación personal, del multimillonario y filántropo, estadounidense, Mr. Andrew Carnegie, al rey D. Alfonso XIII, el cual la había cedido al museo de Ciencias Naturales de Madrid

Mr. Andrew Carnegie, anteriormente, ya había realizado ocho donaciones del mismo tipo de reproducción, a presidentes y reyes de diversos países americanos y europeos que los habían cedido a los museos nacionales de Historia Natural,  de sus respectivas repúblicas o reinos.

La nota informativa tan sólo consistía en sendas fotografías con sus correspondientes y escuetos comentarios:





S. M. la reina Doña María Cristina (2), acompañada de S. A. la Infanta Beatriz (3) y alto personal del museo de Historia Natural (4), visitando la sala donde ha sido colocado el Diplodoco, regalado por Mr. Carnegie (Foto Duque) 



Reconstitución del Diplodoco, según Mr. W. Holland, cuyo es el presente dibujo.


Notas aclaratorias

(1) Como la reproducción, debido a sus enormes dimensiones de 24 x 7 m., no cabía en ninguna de las salas disponibles en el MNCN, tubo que instalarse, provisionalmente, en una sala de las dependencias de la Escuela de Ingenieros Industriales, de Madrid, a la que se denominó, a partir de aquel momento, la "Sala del Diplodoco" 
(2) Doña María Cristina es la dama, enlutada, de la izquierda
(3) Betriz de Battenberg, la hija menor de la reina Victoria del Reino Unido
(4) Trío situado a la izquierda de las dos aristocráticas damas.  Primero por la izquierda: A. Cabrera, segundo:  F. Ferrer y tercero: I. Bolivar

Una imagen curiosa del esqueleto de diplodoco expuesto en el Museo Carnegie, en Pittsburg
Fotografía conmemorativa, en la que los miembros de la Asociación Americana de Museos, posaron junto al verdadero y auténtico esqueleto del  Diplodocus carnegii, expuesto al público en el Museo Carnegie, en Pittsburg (U.S.A.). 
La imagen da idea exacta de las extraordinarias dimensiones del dinosaurio norteamericano, cuyo esqueleto completo fue el primero de su clase que fue montado y expuesto al público, en todo el mundo. 
Con los moldes que se sacaron de cada uno de todos sus huesos, se obtuvieron las copias necesarias para reproducir, con gran verismo, más de una docena de veces, el esqueleto de Diplodocus carnegii que pudo ser admirado en diversos países occidentales...  
Imagen:  1907 American Association of Museums Meeting Identifications