sábado, abril 19

El rayo y los fósiles ibéricos (5)

por Heraclio Astudillo Pombo. DMACS-UdL

Fósiles ibéricos vinculados con el rayo, por el folklore español

Una antigua creencia, resistente al paso del tiempo y muy extendida, en la Península ibérica (4)


Las "Piedras de rayo", paleontológicas, en otras zonas ibéricas

En la mayor parte de España igual que sucedió en el resto de Europa, desde la antigüedad hasta mediados del siglo XX se aplicó la denominación “piedras del rayo”, de forma mayoritaria y casi exclusiva, a todo tipo de hachas de piedra, prehistóricas, las mismas que los antiguos habían llamado ceraunias, pero también, a las puntas de flecha de pedernal (piedras de centella) e incluso a fragmentos de sílex, procedentes de talleres prehistóricos o de la fabricación moderna de "dientes" de trillos, relativamente, modernos.

Aunque mucho más raramente y bastante localmente, también fueron identificados como las piedras que se suponían caídas del cielo, durante las tronadas, acompañando al rayo, ciertos tipos de fósiles, de aspecto aerodinámico, de forma alargada y de extremo agudo (belemnites) o de forma aplanada, punta aguda y de bordes afilados (dientes fósiles de tiburón) y constituidos por un material masivo y contundente (piedra, pedernal, etc.).
Ambos tipos de morfología, aguda o redondeada, que caracterizaba ciertas clases de objetos condujeron a unas identificaciones que se basaban en antiquísimas creencias religiosas que situaban en el cielo, a divinidades meteorológicas las cuales disponían de armas arrojadizas (flechas, dardos o martillos) que podían lanzar sobre sus enemigos terrestres, como castigo o venganza. Se ha podido comprobar que este tipo de creencias ha existido, hasta tiempos relativamente recientes, en gran parte de África, América, Asia, Europa y Oceanía, es por esa razon que, en todos estos continentes, las piedras talladas en la prehistoria para ser usadas como hachas reales o rituales o ciertos tipos de piedras especiales (fósiles) que se encontraban sobre el terreno, eran consideradas como auténticas “piedras del rayo”.

En 1565 el naturalista, médico y polígrafo suizo, Jakob Gesner (1516-1563) publicó en Zurich un libro titulado “De omni rerum fossilium genere, gemmis, lapidibus, metallis, et huiusmodi”..., en el que describía todo tipo de objetos naturales y artificiales que habían sido encontrados enterrados o sobre la superficie del terreno. En uno de los apartados del libro cataloga y describe como piedras supuestamente caídas del cielo a muy diversos objetos que además son ilustrados gráficamente, entre los que se pueden reconocer, ciertos artefactos prehistóricos (hachas y puntas de flecha) y algunos fósiles (erizos de mar, belemnites, dientes de tiburón, placas y fragmentos columnares de crinoideos, etc.)

Ilustración de la obra de Gesner citada, representando objetos pétreos supuestamente celestes, en la que, a la izquierda, se pueden apreciar 4 fragmentos de belemnites y a la derecha, arriba y abajo placas (asterias) y fragmentos columnares de dos tipos de crinoideos fósiles, arriba de sección circular y abajo estrellada 
Imagen:  http://fossils.edwardtbabinski.us/belemnites_crinoid.gif


Del contenido de esta publicación se puede deducir que en el siglo XVI estaba muy extendida la creencia, incluso entre las clases cultas europeas, de que ciertos objetos (fósiles) caían del cielo y que algunos de ellos lo hacían transportados por el rayo. Estas creencias erroneas se conservaron durante mucho más tiempo entre las clases populares europeas, alcanzando hasta principios o mediados del siglo XX.


Algunas otras “piedra del rayo”, paleontológicas, comunes, en muchas comarcas de la España caliza.

Posiblemente, el nombre popular, más comúnmente usado hasta principios del siglo XX, en toda España y en toda Europa, para referirse a los rostros fosilizados de belemnites que, con cierta frecuencia, se encuentran en los terrenos del Jurásico y del Cretácico, haya sido el de “piedra del rayo”. Las características externas de este tipo de fósiles, coincidían a la perfección con las que se le suponían a las típicas flechas o puntas del rayo: ser de materia pétrea, de superficie lisa y de punta aguda.
Con los belemnites pasó lo mismo que con otros tipos de piedras vinculadas con el rayo, ya citados anteriormente (erizos de mar y braquiópodos fósiles) y también fueron usados como amuletos protectores contra el impacto del rayo, porque la creencia popular en su capacidad para repeler a las demás piedras de su especie, cuando éstas descendían desde el cielo con furia destructiva y mortífera, estaba muy generalizada en la población rural, mayoritaria en España, hasta la década de 1950.

Con la finalidad de alejar la caída de rayos, los belemnites fueron colocados en las zonas mas altas de las techumbres, empotrados en los muros exteriores de los edificios, adosados a las campanas de los hogares de las cocinas o llevados encima por todo tipo de transeúntes, incluidos los animales de carga y los que guiaban los rebaños.



PIEDRAS DEL RAYO EN ANDALUCÍA

Las “puntas de rayo” de las Sierras Subbéticas cordobesas.


En el sur de la provincia de Córdoba, en la comarca de las Sierras Subbéticas, aún se pueden encontrar unas piedras con una forma muy característica, más o menos, semejante a la de un proyectil de fusil, a las que hasta principios del siglo XX, e incluso más tarde, los campesinos llamaban “puntas de rayo”.

Aspecto de varios rostros de belemnites jurásicos, procedentes de la Sierra de San Pedro, de Alcalá la Real (Jaén) considerados por la tradición popular como auténticas “piedras del rayo”.

De aquellas piedras se decía que habían llegado hasta el suelo acompañando al rayo y esta explicación popular y tradicional de su presencia en el lugar, era para ellos mucho creíble que cualquier otra explicación racionalista. Difícilmente hubieran podido aceptar como creíble que en realidad aquellas piedras eran una parte, fosilizada, del esqueleto interno de unos animales marinos que vivieron en mares del Mesozoico, en tiempos del Jurásico al Cretácico, que fueron bastante parecidos, externamente, a los calamares actuales. 

Representación artística del aspecto externo de un grupo de belemnites, nadando en las aguas de un mar jurásico
Imagen:  Belemnites

 Aquellas piedras a las que las personas cultas denominaban, genéricamente, belemnites, cuyo significado literal era el de piedras en forma de dardo, en vida del animal, tuvierona una estructura y una función, muy semejantes a las del "jibión" que aparece en el interior de las sepias actuales, pesar de tener una forma muy diferente.


Aspecto de diversos tipos de puntas de rayo típicas de las sierras subbéticas. 
En primer lugar, las correspondientes a rostros fosilizados del género Acrocoelites sp.,
Imagen: Belemnites 
  
Como los géneros de belemnites que son más frecuentes en las Sierras Subbéticas son: Acrocoelites, Hastites, Belemnitella, Hibolites y Duvalia, hemos de suponer que serían estos géneros de fósiles, los que de forma genérica, hasta principios o mediados del siglo XX, e incluso más tarde, habrían sido conocidas, entre las gentes rústicas de la comarca, con el nombre de "puntas de rayo".
  Aspecto de un rostro de belemnites correspondiente al género Hibolites sp.

Aspecto de un rostro de belemnites, correspondiente al género Duvalia sp.. 





PIEDRAS DEL RAYO EN CATALUNYA


Las “piedras de rayo” del Prepirineo de Lleida.

En las sierras que se extienden en paralelo, al sur de la cordillera de los Pirineos, existentes en las comarcas de la Noguera y del Pallars Jussà, afloran materiales margosos y calizos del jurásico marino que contienen un tipo de piedras, curiosas por su aspecto. Tienen forma de balas de fusil o de cigarro habano y diferentes tamaños, los lugareños de estas comarcas las denominaban, antiguamente, “pedres de llamp” (cast. “piedras de rayo”), pues las creían caídas de las nubes en aquellas ocasiones en que se formaban tormentas de truenos y relámpagos cuando descargaban algunos rayos. 
En realidad se trataba de un tipo de fósiles, procedentes de la fosilización de una parte del esqueleto interno de unos animales marinos parecidos a los calamares actuales, los llamados belemnites.

Como sucedió por esa misma época, en muchos otros lugares, con otras clases de piedras y fósiles relacionados con el rayo, en las comarcas catalanas mencionadas, los belemnites también fueron usados como amuletos protectores con la finalidad de alejar la caída de rayos del entorno de los lugares en los que estos objetos mágicos habían sido  ubicados. De esta manera se confiaba en que se podía evitar  la destrucción, el incendio o la muerte de que era portador el rayo en su caída desde la nube. 

Como en algunos casos ya comentados anteriormente, en realidad, las "piedras" llamadas en las comarcas leridanas de la Noguera y del Pallars Jussà,  “pedres de llamp” eran "rostros" fosilizados de diversas especies de belemnites. Las especies más frecuentes en estas dos zonas son: Atractites sanmigueli, Acrocoelites unisulcatus, Belemnites paxillosus y Passalotheutys sp. Por lo tanto debemos suponer que serían estas cuatro especies las que de forma genérica, hasta principios del siglo XX, e incluso más tarde, las que habrían sido conocidas, entre las gentes "sin estudios" de aquellas comarcas, con el nombre de “pedres de llamp” y utilizadas crédulamente como piedras mágicas protectoras frente al rayo.

Aspecto de tres “pedres de llamp” , típicas de las sierras nogerencas y pallaresas, correspondientes a rostros fosilizados de la especie Belemnites paxillosus 
Imagen: Belemnites 

En la Cataluña rural, antiguamente, las piedras de rayo de cualquier clase, tanto si se trataba de hachas, cuchillos, puntas de flecha prehistóricas de pedernal como si se trataba de fósiles belemnites, además de cómo amuletos protectores contra el rayo, también se usaron en medicina popular, como remedio para cortar las diarreas, sumergiéndolas en el contenido herviente de las ollas puestas al fuego, durante la elaboración de las sopas o de las gachas que debía comer el enfermo.

También se creía que si se pasaban por el lomo del ganado vacuno, se podía prevenir que padeciesen de unas lesiones en la piel causadas por una dolencia denominada "encueramiento". Además se confiaba en que si eran puestas en el nidal de una gallina clueca, cuando estaba empollando, estas piedras favorecían la eclosión de pollitos sanos y de todos los huevos.

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Imagen: Rodeo 



Fósiles ibéricos vinculados con el rayo, por el folklore portugués.


En la mayor parte de Portugal de igual manera que sucedió en España, normalmente, se aplicó la denominación “piedras del rayo”, de forma casi exclusiva, a las hachas de piedra pulida, prehistóricas, pero a pesar de eso, muy localmente, esa misma denominación también incluyó a un cierto tipo de fósiles, de forma alargada y más o menos puntiaguda: los rostros fosilizados de cefalópodos, paleozoicos, y los dientes fosilizados tiburón, miocenos, pertenecientes a diversos géneros.


Las "piedras de rayo" portuguesas, de la zona septentrional. 

En la pequeña localidad de Canelas, situada en el Distrito de Aveiro y agregada al municipio de Arouca, antiguamente, se denominaba "faíscas", nombre portugués equivalente a chispas, centellas o rayos, en castellano, a unos objetos aplastados, de forma cónica, tronco-cónica o redondeada de un color rojo intenso, rojizo-amarillento y aspecto térreo o de color dorado, con brillo metálico y muy relucientes que a veces, resultaba chispeantes. Esos raros objetos aparecían incluidos, sólo, en las pizarras ordovícicas, ampliamente, usadas en la región para construcción de muros y techado de los edificios.
Ese tipo de inclusiones que en realidad eran los restos fósiles de endoceratoideos ortocerátidos y ortocéridos, deformados por los procesos de metamorfismo, solamente, se hallaban en algunas de las superficies de exfoliación, más frescas, de las pizarras, en las que contrastando con el color ocuro casi negro de las pizarras, aparecían mostrando un aspecto extraordinario. La apariencia tan inusual de estos objetos fue la principal razón, por la que los paisanos las interpretaban como chispas caidas de las nubes, en los días de tormenta, que habían quedado atrapadas en el interior de la piedra que constituía la pizarra.

Las maravillosas "faiscas", en realidad, sólo eran "simples" rostros limonitizados o piritizados, de antiquísimos moluscos cefalópodos, nautiloideos, de tipo endoceratoideos y ortocerátitidos, que habían vivido durante el Oretaniano 
(Ordovícico Medio) portugués y cuyos cadáveres al descomponerse sobre el fondo, dejaban sus rostros como testimonio que iban siendo recubiertos por limo marino.

Aspecto del enorme molde externo, dejado por el rostro piritizado, de un gigantesco ortocerátido. El rostro hoy ha desaparecido por limonitación y erosión-disolución posterior de la limonita. Pertenece al genero Cameroceras sp., un cefalópodo, nautiloideo de concha recta, del Ordovícico Medio (470 MA), ejemplar procedente de Canelas, Arouca, Portugal. Fotografía de Sergio
Imagen: Cameroceras


Las "piedras de rayo", portuguesas, de la zona central y meridional
.

En la región de Lisboa y en la península de Setúbal, en el cento de Portugal y también en el sur, en la región del Algarve, los dientes fósiles de tiburón que eran encontrados en los terrenos miocénicos, tradicionalmente, fueron considerados como auténticas y verdaderas “piedras de rayo”, siendo conocidos y denominados por los pobladores de esasa zonas como “pedras-do-raio” o “pedras de raio”.


Aspecto de un amuleto infantil, usado como protector contra el mal de ojo, confeccionado con un diente fósil de escualo engarzado en plata.
Imagen: Alarcón Román, Concha, Catálogo de Amuletos del Museo del Pueblo Español, 1987


Como a los dientes fósiles de tiburón, antiguamente, se les creía piedras aéreas se suponía que debían estar dotadas de "virtud". Se las creía poseedoras de una enorme energía por haber estado en contacto con el temible rayo, y, además, debido a su forma aguda, se las creía capaces de efectos defensivos-ofensivos, contra ahojeadores y encantamientos. 

Hasta mediados del siglo XX se usaron para prevenir hechizos y para repeler el "mal de ojo" causado por ciertas personas que tenían la capacidad de "fascinar", es decir de causar cierto tipo de mal, a distancia, mediante sus “malas miradas”. Para protegerse del "mal de ojo" y de sus perversos efectos, la gente los buscaba con ainco, en el campo y en las tierras cultivadas, donde se los recogía reverencialmente, para luego confeccionar amuletos protectores con ellas, supuestamente, muy efectivos contra embrujamientos procedentes de los aojadores.

Como se sabía que las personas más susceptibles, a las enfermedades eran los niños pequeños, se acostumbraba a colgarles del cuello, los dientes fósiles de tiburones, miocénicos, con la finalidad de que su salud estuviera protegida contra los efectos de los encantamientos causados por el “mal de ojo”. 
En las zonas rurales, de Portugal, el uso apotropaico de este tipo de dientes fósiles, se mantuvo hasta épocas, relativamente, muy recientes.
Los dientes fósiles de tiburón, utilizados como amuleto, en la mitad inferior de Portugal, correspondían a diversas especies de escualos miocenos, tales como: Carcharias taurus, Carcharocles megalodon, Galeocerdo aduncus, Hemipristis serra, Isurus hastalis y otras que no han podido ser identificadas.

Aspecto de diversas “pedras-do-raio” correspondientes a dientes fósiles de Isurus hastalis
Imagen: CEP Alcalá




Fuentes:

- Abreu, A. & J. C. Gutiérrez-Marco (Eds.), 2006, Trilobites gigantes das ardósias de Canelas (Arouca), Madrid, Ardósias Valério & Figueiredo, Lda.
- Alarcón Román, Concha, 1987. Catálogo de Amuletos del Museo del Pueblo Español,
- Amades Gelats, Joan. 1951. “Piedras de virtud”. Revista de dialectología y tradiciones populares, VII, 1. Madrid. Pàg. 84-131.
- Calzada, S. 1981. Niveles de Braquiópodos del Lias de Camarasa (Lérida). Cuadernos de Geologia, 10, p. 197-211. Granada.
- De Galdo, Manuel. 1856. Manual de historia natural. Madrid. Imprenta de José Rodriguez , p.487
- Institut d’Estudis Catalans. 1997. Diccionari de Geologia, Barcelona, Enciclopèdia Catalana, - Nuñez de Taboada, Melchor Manuel. 1859. Diccionario de Francés-Español y Español-Francés. París. Rey y Belhatte Libreros-Edtores. Página 93.
- Sá, Artur A. & Gutiérrez-Marco, Juan Carlos 2009 Cefalópodos del Ordovícico Medio de la Formación Valongo, norte de Portugal, GEOGACETA, 47, X (9-12)
http://www.sociedadgeologica.es/archivos/geogacetas/geo47/art03.pdf
- Valério, Manuel, de Ardósias Valério & Figueiredo, de Canelas. Comunicación personal.
- Varela Gomes, Màrio. 2002. "O dente fóssil (Glossopetra) en A necrópole visigótica do Poço dos Mouros (Silves)". Revista portuguesa de arqueologia, Vol. 5, Nº. 2, pags. 339-391
- Vega, Manuel. Belemnites (Subclase Coleoidea) de las sierras Subbéticas cordobesas. http://es.geocities.com/paleontofilo/belemnites.htm