jueves, febrero 14

El rayo y los fósiles ibéricos (1)

Por Heraclio Astudillo Pombo. UdL

Fósiles ibéricos vinculados con el rayo por el folklore español 


Algunos antecedentes histórico-culturales, de unas creencias supersticiosas, muy arraigadas en la sociedad rural ibérica



Sobre la divinización del rayo en la antigua Europa

La destrucción causada por el impacto del rayo, precedido por el fulgor, de su trazado en el cielo o seguido del fragor de los truenos y el resplandor de los relámpagos, ha generado en nuestra especie, y en otras muchas de mamíferos, un temor instintivo que facilmente puede transformarse en terror incontrolable, especialmente cuando un rayo impacta sobre el terreno cercano.

Impresionante y pavorosa imagen de la caida e impacto de un rayo sobre algún lugar, más o menos, próximo. La luz cegadora, el estruendo espantoso y, sobre todo, la destrucción causada al caer sobre el objeto o ser, afectados, debió causar terror en las personas situadas en lugares cercanos, en un tiempo en que no se conocían sus causas naturales, ni las formas para evirar su impacto "fulminante"
 
Si repasamos la cultura mitologica de todas las culturas europeas, antiguas, podemos observar que divinizaron y personificaron, las incontrolables y temidas fuerza de la naturaleza, antes citadas: rayos, truenos y relámpagos, debido a su salvajes comportamiento y a sus temibles consecuencias las relacionaron con dioses o diosas que las generaban, dirigían y controlaban, sobre el mundo terrestre. Como el peligro procedía del cielo tormentoso, convirtieron las nubes tempestuosas, en carro, asiento o residencia de divinidades mitológicas, celestes, con capacidades meteorologicas, para así poder negociar con ellas y, de esta manera, conseguir propiciar sus qualidades sobrenaturales, haciendo disminuir los efectos destructivos y aumentar los efectos más favorables para la agricultura, la ganadería y la seguridad de las personas y sus pertenencias.

Con la finalidad de influir sobre los espíritus divinos administradores del agua que fertiliza los pastos que engordan a los rebaños, que hace crecer las cosechas y que permite fluir las fuentes, circunstancias que aseguran la prosperidad de sus devotos adoradores. Pero también para evitar sufrir los efectos de su cólera pues conocen las consecuencias que sobre los humanos tiene su irritación divina, manifestada con el temible lenguaje de los truenos, los relámpagos y los rayos.

Vemos como todas las antiguas mitologías y las religiones primitivas, de todos los continentes, siempre han considerado al rayo, el trueno y el relámpago como temibles manifestaciones de la indignación divina. También vemos que esas divinidades terribles, para vengarse de los agravios humanos, usan un arma arrojadiza, con la que golpean a aquellos que se atrevan a ofenderlos quebantando sus normas, lanzandosela desde el cielo .

Estatuilla de bronce, del dios griego Zeus tronante, señor de la lluvia y del viento, del trueno y del rayo, representado en actitud de lanzar un rayo sobre sus enemigos, tal vez los gigantes o quizás algunos humanos infieles. Procedente del yacimiento de Dodona (Grecia) realizada a inicios del s. V aC. Stadtliche Museum, Berlin (Alemania)
Imagen: http://classics.uc.edu/~johnson/myth/zeus_images/zeus3.jpg

También podemos darnos cuenta que fueron las antiguas culturas agrarias y pastoriles las que colocaron a las divinidades tronantes, poseedoras del don de la lluvia y del castigo del rayo, entre las más importantes de sus respectivos olimpos míticos.
Posteriormente, con las sucesivas oleadas migratorias, comerciales e invasoras, fueron llegando las diferentes creencias de los extranjeros y los cultos y a otras tradiciones, asociadas a las diversas divinidades meteorológicas, hasta las distintas regiones de la primitiva península ibérica. Podía tratarse de mitos y prácticas religiosas y supersticiosas, de procedencia céltica, romana, etrusca, helenica, fenicia, caucásica, urálica, cartaginesa, germánica, escandinava y aún de otras culturas más lejanas, com el Medio Oriente, asmiladas por griegos y romanos.

Estatuilla de bronce del dios escandinavo Thor, señor de la lluvia, del trueno y del rayo. Representado sentado, en actitud meditabunda mientras sujeta su martillo mágico Mjolnir, productor de truenos y rayos. Probablemente del siglo X. Encontrada en una granja en Akureyri en Islandia. Imagen reproducida por cortesía del Museo Nacional de Islandia, Reykjavik.
Imagen: http://www.windows.ucar.edu/tour/link=/mythology/thor_thunder.html&edu=high


Sobre la cristianización del rayo en la Península ibérica

Hacia el siglo XI o XII, concluida la Reconquista de la mayor parte de la península se produce la definitiva y efectiva cristianización de casi toda la península ibérica, las antiguas divinidades paganas de la lluvia, del trueno y del rayo que hasta entonces habían sido veneradas, en algunos lugares, por las sociedades rurales, irán desapareciendo ante el empuje de los monjes misioneros y la exclusividad de culto que exige el dios cristiamo.
La cristianización de las antiguas costumbres religiosas y creencias mitológicas se produce al transferir los atributos meteorológicos típicos de las primitivas divinidades paganas a Dios Padre Todopoderoso y, en menor medida, a determinados santos y santas cristianos. En aquellos casos en que las divinidades paganas y sus cultos antiguos, no puedan ser asimiladas por la nueva religión, entonces, serán demonizadas y pasarán convertirse en malos espíritus de diversa categoría: diablos, espectros o brujas, responsables de las desgracias y calamidades, causadas a los cristianos, por odio a su adoración de Dios.

Reproducción de una estatua romana del dios Júpiter, esculpida en mármol blanco, representado sosteniendo el fuego celestial en su mano derecha, de forma triunfal, como símbolo de su poder destructor o fertilizador de pastos y cultivos.
Imagen: http://www.theplatelady.com/figurines7/6820.jpg

Con la cristianización de la sociedad rural ibérica, las creencias y prácticas religiosas las antiguas religiones paganas, se convirtieron y pervivieron, en la cultura popular, en forma de creencias y prácticas supersticiosas, algunas de las cuales se han conservado hasta nuestros días.

Las llamadas "puntas de rayo" o "piedras de rayo", en la península ibérica, llamadas en otras culturas "piedras del trueno", son un tipo de piedras, que en la mayoría de los casos y desde la antigüedad hasta tiempos recientes, han sido identificadas por los prehistoriadores y arqueólogos como hachas prehistóricas de piedra, talladas o pulimentadas hace miles de años, generalmente de silex, cuarzo o cuarcita, materiales dotados de la particular propiedad de desprender chispas cuando se le golpea, característica que sirvió para vincular a estos objetos con el fuego celestial.

Grupo de hachas, neolíticas, de piedra pulimentada, a las que los labriegos y pastores que las encontraban, casualmente, ya fuera en la superficie o enterradas,  les daban el nombre de "piedra de rayo", hasta no hace muchos años. Las recogían y las conservaban para darles un uso protector, como preventivo contra las descargas del rayo.
De forma muy ocasional y local, los proyectiles celestes no han sido identificados, por la cultura popular española, con hachas de piedra prehistóricas, sino con diversos tipos de fósiles, los más frecuentes de los cuales fueron los erizos de mar, los belemnites y los dientes de tiburón, aunque también se llegó a relacionar con el rayo, algun tipo de braquiópodo.

Según la mentalidad popular, las supuestas piedras que guiaban el rayo hasta su objetivo, también podían servir para alejarlo de ciertos lugares, si eran recogidas después de transcurridos más de siete años desde su impacto terrestre y colocadas en ellos. De manera que hasta tiempos tan recientes como la década de los años seteinta, del pasado siglo XX, fueron usadas en entornos rurales como poderosos amuletos protectores, capaces de alejar la caída del fuego del cielo y el impacto de las piedras celestes.


Fuentes:

-Blinkenberg, Christopher. 1987. The Thunderweapon in religion and Folklore. A study in comparative archaelogy. New Rochelle. Caratzas Publishing.
- Kunz, George Frederick. 1997. The Magic of Jewels and Charms. Mineola, NY. Dover Publications.
- Sørensen, Viggo. 1994. Lidt om echinittens brug og navne. ORD & SAG, 14. Udgivet af Institut for Jysk Sprog og Kulturforskning (Aarhus Universitet) december 1994. (pp. 43-54)

lunes, febrero 4

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (8)

por Heraclio Astudillo-Pombo. Universidad de Lleida

Fósiles ibéricos vinculados, con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo, por el folklore español (8)


A modo de conclusiones provisionales:

La cultura popular española, parece haber estado vinculando, durante siglos, diversas clases de fósiles con Santiago El Mayor, patrón de las Españas, y con su portentoso caballo volador. Seguramente tal proceso de vinculación se ha debido producir con posterioridad al inicio de la devoción popular al santo (siglo IX), probablemente el proceso se iniciaría coincidiendo con la etapa de máxima popularidad del santo (siglo XI) para empezar a decaer con la difusión de las ideas ilustradas (siglo XVIII), y acabar por desaparecer a finales del siglo XIX, momento en que la influencia racionalista y naturalista de la ciencia paleontológica ya se debía hacer notar en la mentalidad de una gran parte de la sociedad española, incluso en las zonas rurales, y de la interpretación que se hacía de los fósiles.



Sobre las motivaciones de vinculación.

El hecho que motivó a establecer una relación entre ciertas marcas en las rocas y objetos pétreos con un determinado personaje sagrado y su caballo, posiblemente, se desencadenó debido a que ambos, caballero y caballo, eran extraordinariamente afamados, entre las clases populares de la península. La popularidad de ambos era debida a la difusión y al impacto social, previos, de tres mitos fundacionales de la cultura cristiana medieval:

- el hallazgo de la tumba de Santi Yago (=Santiago), en el finisterre gallego;
- los viajes del apóstol peregrino, dedicado incansablemente a la evangelización de la población pagana de Hispania
- y las oportunas apariciones, milagrosas, del aguerrido caballero, manejando una espada fulminadora de moros, cabalgando sobre un ágil y portentoso caballo, capaz de saltar montes y valles. Estas prodigiosas intervenciones militares del santo que habían contribuido, decisivamente, al éxito de la Reconquista, especialmente, en sus etapas iniciales.


Representación pictórica de Santiago Matamoros, a lomos de su caballo blanco, abatiendo sarracenos. Códice español de 1550.

Los tres mitos jacobeos fundamentales, mencionados anteriormente, se verían reforzados con la invención de diversas leyendas etiológicas locales, cuya veracidad y credibilidad se sustentaba sobre la existencia de pruebas materiales, de naturaleza pétrea y de origen milagroso o maravilloso. Las evidencias del paso del apóstol eran unas “piedras figuradas” representando diversos atributos del santo y unas marcas en las rocas, dejadas por las pisadas de su caballo. Todas las leyendas explicativas, lógicamente se generaron en diversos lugares de España, en los que existían determinadas clases de fósiles, y , además, por los que según la tradición oral discurrían distintas rutas evangelizadoras o estaban próximos a lugares donde se habían producido apariciones guerreras.

Fósiles y leyendas jacobeas sobre un sustrato de imaginativa credulidad y religiosidad populares, favorecían los intereses clericales de expansión del cristianismo entre grandes masas de población rural, que aún se mantenían paganas y entre a otras que habían sido islamizadas en los últimos siglos.
Al vincularse un espacio determinado, aquel que contiene piedras marcadas con los símbolos jacobeos, con un personaje sagrado para el cristianismo, el espacio vinculado deviene sagrado y cristianizado, convirtiéndose de esa manera, el espacio y los fósiles que contiene, que originalmente eran naturales, en un lugar i objetos culturales capaces de transmitir, pasivamente y durante siglos, un mensaje religioso, cristianizante y moralizante, con poder de ifluencia sobre todas aquellas personas de su entorno que conocen la correspondiente leyenda hagiológica y etiológica que explica el origen milagroso de aquellas piedras o de aquellas marcas en la roca.



Grabado popular, representando a Santiago Apostol ataviado con el característico hábito del peregrino del Camino de Santiago, mostrando todos los elementos propios del atuendo: bordón, calabaza, vieiras, zurrón, capa, sombrero, etc., posiblemente impreso en el siglo XVIII.
Imagen: Saint James the Great 



Sobre los mecanismos psicológicos de asimilación.

La vinculación de los fósiles somáticos con Santiago y de las icnitas con el caballo de Santiago, parece ser que siempre se estableció, guiándose, fundamentalmente y según los casos, por el principio de analogía y por el principio de causalidad.


En el caso de la asociación de ciertos fósiles con Santiago Apóstol, la tradición popular ha utilizado el principio de analogía para vincular con el santo algunas “piedras figuradas” que por sus formas características se asemejaban a alguno de los objetos propios del atuendo de Santiago peregrino, en esta categoría entrarían todos aquellos fósiles con aspecto de vieira (bivalvos pectínidos), con aspecto de calabaza vinatera (gasterópodos) y con aspecto de bordón (cefalópodos belemnítidos) .
El principio de causalidad se habría aplicado para asociar con Santiago ciertas “piedras marcadas” (fósiles) semejantes a proyectiles (equinoideos) y que no podían ser asociadas de otra manera. Aunque aquí, posiblemente lo que tenemos, es un proceso encubierto de substitución de una deidad pagana por un santo cristiano.

En el caso de la asociación tradicional de ciertos fósiles con el caballo de Santiago Apóstol, la cultura popular también ha seguido los mismos principios, mencionados anteriormente. El principio de analogía se ha empleado para relacionar, con el prodigioso caballo de santiago, ciertas marcas que resultaban inexplicables para la mentalidad, campesina o erudita, de la época, que en ciertos lugares, aparecian aisladas y en otros formando rastros y que resultaban bien visibles en la superficie de algunas rocas.


Cuando las marcas eran de forma, claramente o vagamente, circular, semicircular u ovalada: como es el caso de la valva opercular de un bivalvo rudista (Requienia), las impresiones o moldes externos de valvas de pectínidos y las marcas de pisada de dinosaurios (icnitas verdaderas: huellas y subhuellas de saurópodos. o bien, dinoturbaciones de toda clase de dinosaurios, ya fuesen ornitópodos, saurópodos o terópodos) y que por tanto se parecían a una pisada de caballo.
En cambio, para vincular con el legendario caballo de Santiago las marcas de pisadas tridáctilas, debido a que por su forma atípica no podía aplicárseles el principio semejanza, se les debió aplicar el principio de causalidad, quizás, teniendo en cuenta el principio de proximidad, a las marcas típicamente “equinas” que aparecían en los mismos lugares.

Rastros de huellas redondeadas u ovaladas, de un tipo semejante a las de la fotografía, impresas en las rocas de edad jurásica o cretácica y que son características del desplazamiento de dinosaurios saurópodos, antiguamente, fueron atribuidos por pastores y campesinos, españoles, en pasados siglos a las pisadas del fabuloso caballo de Santiago.
Imagen: Palaeojura 



Sobre la antigüedad de los nombres populares.

Un indicador de la mayor antigüedad de las denominaciones populares de ciertos fósiles, quizás nos lo proporcione la inclusión del termino piedra en las denominaciones castellanas y arri en las euskaras, pues nos permite suponer que en ellas subyace una creencia muy antigua, según la cual los fósiles se originarían de las entrañas de la Tierra de manera prodigiosa e instantánea.
Podríamos suponer, con cierto fundamento, que las denominaciones populares de fósiles que no incluyen el término piedra, son más modernas y que en ellas subyace la idea de que se trata de restos "petrificados" de seres muy antiguos, posiblemente "antediluvianos".

Un caso especial que indicaría una gran antigüedad, sería el de los erizos fósiles (Micraster) vinculados con Santiago, en Navarra y en el País Vasco, pues tal asociación podría denotar una posible asimilación cristianizadora de alguna antiquísima deidad pagana, de tipo celeste y meteorológico, vinculada con el poder crear tormentas y descargar rayos (Urzi), con la cual, los antiguos navarros y vascos, habrían vinculados los fósiles de los erizos de mar. En tiempos más recientes, al haberlos usado como amuletos protectores de la caída del rayo, estaba claro que los consideraban como "piedras de rayo" verdaderas, lanzadas desde el cielo por algun espíritu maligno (Aidegaxto). Tenemos pruebas de que un hecho cultural de parecida naturaleza y función social, ya se dio en la antigüedad entre los daneses, en relación a otros tipos de erizos fósiles, a los que la cultura popular consideró como proyectiles lanzados por el dios Thor que luego se convertían en amuleto.


Sobre la distribución geográfica.

A la vista de los datos de que disponemos, en la actualidad, parece ser que la costumbre de vincular, directamente, con Santiago a ciertos objetos que supuestamente habían caído con el rayo o, indirectamente, a través de las marcas pretendidamente dejadas por las pisadas de su caballo, estuvo muy influida por creencias míticas paganas, cristianizadas, dando origen creencias y prácticas cristianas supersticiosas. 

Simultáneamente, la necesidad de dar nombre a ciertos objetos raros (fósiles), relacionados con el rayo y santiago o con el caballo y sus pisadas, generó los diversos etnopaleontónimos o nombres populares de fósiles que se han mostrado en entradas anteriores). 
La tendencia a asociar fósiles con Santiago o con su caballo, parece estar más extendida en la mitad norte y noreste de la península que en la zona sur, quizá por ser las primeras áreas geográficas ligadas a los primeros tiempos de expansión de los condados cristianos y las primeras guerras contra los "moros", bajo la protección del santo y su caballo, para reconquistar el territorio perdido en los últimos siglos. 
La distribución geográfica quizás también esté condicionada por la mayor concentración de rutas jacobeas, generadoras de leyendas piadosas de predicación cristianizadora y de leyendas de intervención bélica, en momentos clave del inicio del proceso de la Reconquista, en esas zonas de España que eran las fronteras norteñas de las taifas musulmanas de Al Andalus.


Sobre la biodiversidad paleontológica.

Curiosamente, sólo tres grupos zoológicos: el de los moluscos (bivalvos, gasterópodos y cefalópodos, ), el de los equinodermos (erizos de mar) y el de los vertebrados (dinosaurios), han han contribuido con su presencia, en ciertos lugares, al proceso de generación de las diversas leyendas etiológicas jacobeas. Estos mismos fósiles, al recibir su denominación popular, muestran la motivación legendaria que subyace en su nombre popular, tanto si se trata de fósiles corporales o somatofósiles (restos duros) e icnofósiles (huellas de actividad) que han sido asociados por la tradición popular española, con Santiago Apóstol o con su legendario caballo.




Fuentes:

- Barandiarán, José Miguel de. 1984. Diccionario de mitología vasca. San Sebastián. Txertoa.
-Blinkenberg, Christopher. 1987. The Thunderweapon in religion and Folklore. A study in comparative archaelogy. New Rochelle. Caratzas Publishing.
- Roma, Francesc. 2000. Els Pirineus maleïts. Natura, cultura i economia moral en les societats dites tradicionals. Barcelona, Alta Fulla.
- Roma, Francesc. 2002. Llegendes de la natura. Itineraris pel nostre patrimoni cultural. Tarragona, Edicions El Mèdol.
- Sørensen, Viggo. 1994. Lidt om echinittens brug og navne. A er ett ræj i Torrenvejr – for a haar en Torrenstien i æ Lomm! ORD & SAG, 14 Udgivet af Institut for Jysk Sprog- og Kulturforskning (Aarhus Universitet) december 1994. (pp. 43-54)